viernes, 11 de octubre de 2013

"La serpiente sin ojos" de William Ospina


William Ospina ha culminado la tarea de escribir su trilogía sobre Pedro de Ursúa, y en verdad que lo ha hecho con gran competencia. La trilogía no posee un título general, es cierto, pero no lo es menos el que es sin disputa la trilogía de Ursúa.

Recordando el primero de los libros que integran la obra sobre el famoso conquistador en donde Ursúa es el indiscutible protagonista, no fue posible más que quedar a la ansiosa espera de que hiciesen su aparición las otras dos novelas que completarían la trilogía prometida. A su debido tiempo los ansiosos lectores tuvieron en sus manos “El país de la canela”. Todo en esta novela es impactante en el mejor de los sentidos: por fin aquel otro mito, el de las especias, que en realidad surgió primero dentro del imaginario conquistador que el mito de “El Dorado”, fue plasmado con toda su veracidad histórico-novelesca, en una prosa que algunos han calificado despectivamente de barroca no siéndolo. La prosa narrativa de William Ospina es muy rica, pero en rigor se trata de una prosa renacentista, ni tiene que ver nada con el Domínguez Camargo del “Poema heroico a San Ignacio de Loyola” ni con un Alejo Carpentier, ni mucho menos con Don Luis de Góngora.

Pasando a otro tema, es preciso advertir que en “El país de la canela”, Ursúa, que no participa en la frustrada búsqueda del Edén especiero, queda semi-escondido dentro del cuerpo narrativo de la obra, eso sí, sin menoscabo alguno de la importancia que el personaje posee.

En “La serpiente sin ojos”, el protagonista absoluto es de nuevo Ursúa y los motivos capitales que lo decidieron a realizar, después de la de Orellana, una expedición rio arriba, son las míticas ciudades de oro de las que hablaron aquellos que participaron en la primera expedición amazónica y el obsesionante mito de las mujeres guerreras, que Orellana aseguró haber visto a lo largo de las riberas del gran río.

El narrador es un pariente de Ursúa que había participado en su juventud en la inicial expedición y que veía en el capitán Ursúa a su ídolo, a quien muestra en toda su crueldad y despotismo y del que sin embargo afirma, una y otra vez, que nunca supo lo que era la traición, cosa infrecuente en un conquistador como él. Este segundo viaje por el Amazonas, que no pudo ser imaginado de manera más catastrófica, se entreteje con los fogosos amores de Ursúa y la mestiza Inés de Atienza.

Todo termina con la traición del aún más tristemente famoso que Ursúa, Lope de Aguirre, que se rebela contra Felipe II, asesina a Ursúa y en las tierras que llega a dominar se comporta como el más sanguinario de todos los tiranos, llegando incluso a asesinar a su hija para finalmente morir asesinado.
Adenda:

No convencen los poemas que alternan los capítulos en prosa de “La serpiente sin ojos”, porque no se integran en la estructura narrativa y poseen algo de apócrifos. Cuando pensamos en la poesía indígena de la conquista española de América (de la que ya queda tan poco), encontramos que los temas de los poemas giran alrededor de su cosmogonía, luchas tribales y motivos de la naturaleza. Además de lo anterior, los poemas de Ospina tienen algo de la poesía de nuestro tiempo, en clave simbolista, nada más alejado de la imaginería poética indígena.

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