viernes, 11 de octubre de 2013

José Bergamín por Elkin Obregón



Ya se sabe que los libros hacen muchas veces de vasos comunicantes. Leyendo las Memorias de José Manuel Caballero Bonald, me encuentro una referencia a José Bergamín, y busco un libro suyo, el único que tengo, y empiezo a releerlo. Se llama Al fin y al cabo, lo publicó Alianza Tres, y lo compré hace años en una librería de viejo. Se trata de una recopilación de ensayos cortos sobre temas literarios (sobre Lope, sobre Santa Teresa, sobre un poeta andaluz, Augusto Ferrán, al que cita con gusto, sobre muchos otros de España y del  mundo), y es una muestra estupenda de inteligencia, de saber leer, y de escribir todo con un lenguaje transparente, aunque lleno de cabriolas. Bergamín era muy culto, muy curioso, muy coqueto en la vida y en la lectura. Suya es aquella frase, “La música callada del toreo”, que todos los taurinos amamos. Después de muchos exilios y autoexilios, murió de soledad, como diría algún cursi.

Dice de él Caballero Bonald que “era feo de frente y de perfil”. Y sí, alguna vez lo vi en un documental de T. V. E. Tenía la nobleza de la feúra. Algunos escritores (no él) tienen en lo que escriben ese tipo de nobleza. Pero ése es otro asunto.

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